martes, 16 de octubre de 2012

Cambio de estación

Esta temporada estoy excepcionalmente más conciente del efecto psicológico y fisiológico que el cambio de las estaciones del año tienen en mí (aunque ciertamente ya lo había percibido, debido a que entiendo que nuestra realidad inmediata es cíclica, esa es la razón por la que me fascina el concierto de Antonio Vivaldi Las Cuatro Estaciones, además de que el Estudio de la Economía me ha llevado por estos rumbos, es decir, el ciclo económico).
 
¿Acaso alguien sabe algo de la influencia que el entorno físico tiene sobre la conducta de una persona y su estado de ánimo? Últimamente he escuchado que el invierno suele deprimir a algunas personas especialmente sensibles; esa es una de las razones por las que la navidad puede llegar a ser deprimente también. Parece que el frío y los paisajes grises pueden incidir en el estado de ánimo de algunas personas.
 
Debo reconocer que yo estoy en ese espectro de personas débiles, ya que soy muy sensitivo. Sin embargo, a mí el invierno no suele deprimirme, ya que nuestros otoños e inviernos están acompañados de una excesiva cantidad de luz; es decir, aunque hace menos calor, debido al ángulo de inclinación de la tierra y que por ello nuestro hemisferio está menos expuesto a la radiación solar, se percibe más luz, me parece que es debido al fenómeno del perihelio. Es decir, la Tierra se encuentra más cercana al Sol (y eso explica, también, porqué en el hemisferio sur los veranos son más duros que los de nuestro hemisferio).
 
Por cierto que, explorando la Wikipedia, me enteré de que el día de mi cumpleaños, el 4 de julio, suele ser el afelio, el punto más lejano entre la Tierra y el Sol. Bueno, el punto es que mi cuerpo percibe que hay cada vez más luz blanquecina, o un tono blanquecino durante el día. Ello me afecta y me provoca una sensación de mayor actividad mental. Por ello, me cuesta trabajo conciliar el sueño con mucha luz o mucho ruido.
 
La luz muy blanca y el aire frío de Octubre tienen un efecto particular en mí. Me hacen sentir más vivo, emocionado, con la expectativa de la aventura. Esto parece no conciliar con la rutina trabajo-escuela, pero es mi responsabilidad descargar esto y encontrar nuevas aventuras. Por ahí dicen que el hombre aventurero lleva  la aventura dentro de él y por eso la busca constantemente (queda pendiente la cita bibliográfica).
 
Y que se entienda bien el término aventura... ¡nada que ver con engañar a una pareja ni por el estilo! ¡Me refiero a nuevas y emocionantes experiencias!
 
Como dirían los españoles: ¡A por ellas!, See ya! (Como dirían los anglófonos).

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